El escritor chileno Cástulo Martínez cuando visitó la redacción de Cambio, en 2015. Foto: Archivo
Escritor chileno dice que datos de su gobierno sobre el Silala son errados
Las aguas del Silala y el caso del río Lauca es el libro que escribió el historiador chileno Cástulo Martínez, en el que se reflejan varios datos acerca del uso que hacen empresas privadas de las aguas del manantial potosino.
Cambio tuvo una entrevista con el investigador para conocer su posición sobre la demanda chilena y la situación de las aguas del Silala.
Señor Martínez, ¿cómo surge el interés por investigar la temática de las aguas del Silala?
A fines de los años 80, durante el gobierno militar, inicié lo que fue una exhaustiva investigación documental para demostrar que la enseñanza en Chile de que la Guerra del Pacífico se originó por incumplimiento de Bolivia al tratado de 1874 era correcta.
Comencé dicha investigación tomando fuentes chilenas que encontré en un Museo Histórico en Santiago.
Después de un par de años de investigación, llegué a la convicción de que lo que me enseñaron en la escuela sobre este tema eran enseñanzas tergiversadas y verdades a medias.
Y mis perspectivas cambiaron drásticamente porque ahora sabía, a mi entera satisfacción, que lo que estaba equivocado era la enseñanza chilena sobre este tema y que la verdad histórica ha estado siempre de parte de Bolivia.
El resultado de esta investigación se transformó en el libro El Mar de Bolivia.
Sin embargo, en el transcurso de mi investigación surgió material sobre el caso del río Lauca y también acerca de las aguas del Silala.
Así que el material sobre el Silala estaba en mis apuntes de trabajo, de manera que cuando surgió el problema de las aguas del Silala, revisé mis archivos y ahí estaba claro.
Comenzando por el nombre mismo de esas aguas todos los datos que manejan las autoridades chilenas están tergiversados. No existe ahí ningún río.
Lo que existe cerca de esos manantiales es un cerrito que se llama ‘Silala’, y por lo tanto, aplicaron por derivación el nombre a las aguas que canalizaron dirigidas a la frontera con Chile.
¿En su libro indica que la empresa Antofagasta Railway no pagó por el uso de las aguas, qué documentos revisó para llegar a esa conclusión?
En primer lugar, el Contrato de Concesión de Aguas que se firmó con esa empresa inglesa no indica el monto que esa empresa debería pagar por semejante concesión, lo que me llamó la atención porque, aparentemente, se estaba entregando un rico recurso boliviano gratuitamente.
Investigué todo lo que pude en Chile y muchas consultas a un historiador boliviano que residía en Cochabamba, Sr. Roberto Querejazu Calvo.
También le consulté a otro eminente historiador boliviano, Sr. Jorge Escobari Cusicanqui. Y después revisé tanta literatura boliviana sobre este tema como me fue posible.
Tan solo me faltaba escarbar en los archivos de la Prefectura de Potosí, pero no tuve esa oportunidad.
Conclusión, y hasta nueva información, no existe un documento que especifique el monto que debió haber pagado la empresa inglesa por esa fabulosa concesión.
¿Se puede considerar que existe una deuda histórica por el uso de las aguas del Silala?
Si aceptamos que no hubo pago por la concesión para el uso de las aguas de los manantiales del Silala, entonces esa concesión fue gratuita.
De acuerdo a la ley boliviana de 1906 sobre reglamentación de aguas, dicha concesión debería durar 99 años; por lo tanto, al menos en teoría, esta concesión debió haber terminado el 28 de octubre del 2007.
Pero yo creo que la gratuidad por el uso de estas ricas aguas bolivianas solo podía extenderse hasta el momento en que los concesionarios cambiaron el uso de esas aguas, que solo fueron otorgadas para alimentar a las locomotoras de la
empresa inglesa.
Cuando dicha empresa cambió sus locomotoras que funcionaban a vapor por locomotoras a diésel, en ese preciso instante la concesión llegaba a su término.
Desde ese día en adelante se puede hablar de deuda. Esto puede sonar decepcionante para mis amigos bolivianos, pero mi opinión se basa estrictamente en los hechos y estipulaciones de dicho contrato de concesión.
¿Se podría asegurar que, con dicha concesión, las aguas del Silala son propiedad boliviana?
No debería haber ninguna duda al respecto.
Tómese en cuenta que la empresa inglesa pidió la concesión a la Prefectura de Potosí. Esta empresa tenía su base en territorio chileno, entre Calama y Antofagasta.
Si estas aguas fueran chilenas, entonces lógicamente los representantes de esa empresa inglesa habrían hecho toda esa gestión en Chile, pero acudieron a las autoridades de Potosí porque simplemente no tenían duda alguna de que esas aguas nacían en vertientes ubicadas en pleno territorio boliviano.
En la última postura de Chile se mencionó que el Silala es un río internacional. ¿Hay asidero para esa afirmación?
Habiendo más de una forma fácil de verificar la naturaleza de estas aguas bolivianas, como por ejemplo, que las autoridades gubernamentales chilenas vayan al lugar donde nacen las aguas del Silala, a la zona misma de los manantiales, y ojalá acompañados de un veedor internacional, idealmente comisionado por el tribunal de La Haya, saltaría a la vista que esas aguas son manantiales bolivianos.
Y los manantiales no escurren en ninguna dirección porque son aguas estáticas.
Después de esa inspección ocular en el lugar donde nacen estas aguas, ninguna autoridad chilena tendría justificación ni derecho para seguir diciendo que estas aguas son un río internacional.
Si no quieren tomarse la molestia de ir hasta ese sitio en Potosí, todavía tienen la alternativa de entrar en Internet, en Google Earth y ver las fotos satelitales que ahí se muestran; una persona honesta no tiene más opción que aceptar y reconocer que el Silala no es un río.
Si estas aguas llegan hoy a territorio chileno se debe únicamente a que los concesionarios labraron una canaleta con piedras y cemento y encauzaron las aguas del Silala artificialmente hacia la frontera chilena.
Fuente: http://cambio.bo/?q=node/9719