Por Fortunato Esquivel
Hace 126 años, la clase obrera de diferentes
países desarrolló una impresionante lucha por el reconocimiento de sus
derechos, centrándolas en la reivindicación de las 8 horas de trabajo, toda vez
que las condiciones laborales, eran por entonces, terribles por las
insoportables jornadas que no bajaban de 14 y 16 horas diarias, incluidos niños
y mujeres. En las dos últimas décadas del siglo XIX no existían días de
descanso ni feriados de tal modo que los trabajadores estaban en verdadera
situación de esclavitud.
En Estados Unidos, Europa y América Latina, la
voracidad de las clases patronales era insaciable, lo que necesariamente tenía
que desembocar en el surgimiento de una
nueva clase obrera, integrada por inmigrantes que habían llegado del viejo
continente y los propios obreros latinoamericanos.
Los obreros trabajan por igual en los talleres
europeos, de Estados Unidos y América Latina. La super explotación era similar
en Nueva York, las fábricas de Buenos Aires o Bolivia. Los obreros comenzaron a
asociarse en sindicatos por oficios, centrales nacionales, mutuales como en
Bolivia y clubes de obreros.
La clase obrera comenzó a expandirse
rápidamente, pero también la influencia de las ideologías anarquista y
socialista, que los obreros tomaron como propias en diferentes lugares del
mundo. Para el caso que recordaremos el primero de mayo, la lucha por las 8
horas de trabajo se centró en Chicago, donde la jornada laboral comenzaba a las
4 de la mañana y se extendía hasta las 8 de la noche.
Las protestas laborales de Chicago fueron
reprimidas con muertos que los obreros respondieron convocando para el 1º de
mayo de 1886 a una jornada de movilización y más de 5.000 huelgas que los
patrones respondieron enviando policías para reprimirlos. Una manifestación
convocada en la plaza Haymarket, reunió a más de tres mil obreros, pero un
infiltrado de la patronal lanzó una bomba contra los policías hiriendo a 66 y
matando a 7. Los policías dispararon sin piedad contra los obreros, matando a
varios y provocando más de 200 heridos.
Los gobernantes que respaldaban el capitalismo,
ordenaron una caza de brujas contra los dirigentes sindicales acusándoles de
haber lanzado la bomba. Fueron arrestados, August Spies, Michael Schwab, Adolph
Fischer, George Engel, Louis Lingg, Albert Parsons, Samuel Fielden y Oscar
Neebe.
Estos líderes fueron sometidos a juicios
fraudulentos, pues existía la clara intención de sacrificarlos por ser dirigentes
inteligentes y por tanto peligrosos para los privilegios de la clase de los
patrones. El 11 de noviembre de 1887, Spies, Engel, Fischer y Parsons fueron
ahorcados. Louis Lingg se había suicidado en su celda, unos días antes. Más de
25.000 obreros asistieron a los funerales de los ahora reconocidos como “Los
mártires de Chicago”.
NUESTROS PEQUEÑO-BURGUESES
Hace varias semanas, dos sectores de trabajadores de Bolivia, se encuentran en franca revuelta contra el actual gobierno liderado por un indígena que propuso cambios con la propuesta de “vivir bien”.
El magisterio boliviano y los trabajadores en salud, incluidos médicos, enfermeras y administrativos, sostienen una huelga, que no fue tramitada de acuerdo a las normas legales, por tanto tras siete días de abandono de sus puestos, se encuentran despedidos.
Los trabajadores del magisterio nacional, según las autoridades del sector, trabajan tres mañanas y media de 8 a 12, en tanto que una mañana y media, son ocupadas por los profesores de educación física, música, religión y técnica vocacional. Lo que se traduce en unas 14 horas semanales. Los obreros están obligados a trabajar 8 horas diarias, por tanto un mínimo de 48 horas a la semana.
En el sector de la salud, médicos y salubristas trabajan 6 horas diarias, de las que los médicos se benefician con dos dedicadas presuntamente a la docencia, lo que en los hechos promociona un trabajo efectivo de sólo 4 horas diarias.
Estos dos gremios “privilegiados”, pueden ser claramente clasificados como la “pequeña-burguesía” laboral que trabaja poco y es remunerada muy por encima de los afiliados a la Central Obrera Boliviana (COB), que les ha respaldado, pero con poco entusiasmo por las diferencias existentes con el resto de los obreros.
Los dos gremios de demócrata-burgueses y pequeño-burgueses, no han logrado vencer al gobierno indígena que prefiere atender con mayor diligencia a los que fueron descuidados en el pasado y probablemente porque reconoce que esos dos sectores laborales, son los restos del pasado neoliberal en cuyos partidos políticos militaron y bajo cuyo amparo lograron sus puestos de trabajo.
En el sector del magisterio, los dirigentes trotskistas que dirigen los sindicatos de La Paz, Cochabamba y Chuquisaca, se han convertido en verdaderos esquiroles al servicio del imperialismo. En la región oriental, los dirigentes del magisterio de Santa Cruz, están claramente identificados por su militancia en los partidos neoliberales ADN, MNR, MIR y NFR.
Los gremios ligados a la salud y el magisterio, fogoneados por los esquiroles trotskistas, no han logrado preñar de estallidos sociales y desestabilización política, en tanto la COB actúa con la parsimonia que le dicta la experiencia de décadas pasadas cuando reaccionarios como los dos gremios involucrados lograron tumbar a gobiernos populares como los de Juan José Torres o la Unidad Democrática y Popular (UDP).
El año 2008, una revuelta subvencionada por la gran burguesía oriental, que pretendió dividir Bolivia con la ayuda de la embajada norteamericana, fue controlada con la expulsión del embajador Philip Goldberg. Con su salida cesaron las tomas institucionales y los mercenarios contratados para desencadenar una guerra regional fueron capturados y hoy se encuentran procesados ante la justicia.
Probablemente, es hora de expulsar a la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), que junto a sus numerosos tentáculos, actúa solapadamente en una clara conspiración contra el gobierno de indígenas, al que quieren tumbar como intentaron hace cuatro años.