miércoles, 27 de noviembre de 2013

El “doble aguinaldo” y la ecuación invertida del capital

http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=3096
por: Hugo Moldiz Mercado

La determinación del gobierno de disponer el pago de “doble aguinaldo” a los trabajadores le ha movido el piso a la oposición, cuyos dirigentes y analistas solo han atinado a “denunciar” el carácter electoral de la medida, cuando, en realidad, si tuvieran un poco de honestidad intelectual, deberían admitir que es consecuencia de un proyecto político, con su consecuente modelo económico, que busca una mejor redistribución de la riqueza.

La medida, por tanto, no es excepcional. Un rápido repaso a los cerca de ocho años de gobierno revolucionario —de los que cuatro fueron en el Estado republicano y llegarán a cinco con el Estado Plurinacional—, permite apreciar varias medidas conducentes a dejar atrás el “capitalismo salvaje” al que nos condenaron gobiernos anteriores y, paralelamente ir construyendo, en un proceso, una sociedad con justicia social e igualdad de derechos y oportunidades para todos y todas en la perspectiva del socialismo comunitario hacia el Vivir Bien.

La madre de todas las medidas es la nacionalización del petróleo, cuya consecuente aplicación se ha traducido en la apropiación del excedente por parte del Estado y su reorientación para beneficio de la economía del país y de toda la población, aunque particularmente para los más golpeados por dos décadas de secante neoliberalismo. De ahí en más, el Estado productor ha recuperado otros recursos naturales entregados a las transnacionales, ha nacionalizado otras empresas “capitalizadas” por el gonismo y ha impulsado la creación de otras empresas productivas y de servicios.

Pero no solo eso. El nuevo modelo económico, a la par de ir desmantelando el neoliberalismo y los afanes conspirativos de la derecha anti democrática, asumió varias medidas para resolver, a favor del estado y el pueblo, la querella por el excedente.

Una de las primeras medidas que se tomó en la dirección de limitar la ley del valor (máximo beneficio para el capital y nada para el trabajador) fue cuando el empresario agroindustrial optó por privilegiar la exportación de azúcar y el aceite antes que satisfacer las necesidades de la población. Con la experiencia de lo que le hicieron a Allende en Chile (y ahora lo hacen contra la revolucionaria Venezuela) y Siles Suazo en Bolivia, el gobierno boliviano se vacunó a tiempo: condicionó las exportaciones de ese tipo de productos al previo abastecimiento del mercado interno.

Otra medida, casi simultánea a la anterior, fue la creación de EMAPA (Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos), con el objetivo de incentivar la producción de los pequeños productores de alimentos y sortear la “guerra económica” desarrollada por un sector de empresarios-políticos.

Pero eso no es todo. Para Evo Morales nunca ha sido suficiente que el estado empiece a tener más ingresos sino que una parte de esos recursos vaya directamente al bolsillo de la gente. Así se explica la creación de la Renta Dignidad y los bonos Juancito Pinto (para los niños) y Juana Azurduy de Padilla (para las mujeres embarazadas) que en su conjunto significa una cobertura del 38 por ciento de la población. Pero también está el incremento salarial en porcentajes superiores a los que se dieron en dos décadas de neoliberalismo, donde más bien predominó “aumento cero”.

Entonces, ni medida excepcional ni electoralista. Eso está bien para no reconocer que el gobierno está con la iniciativa. Lo que hay detrás del “doble aguinaldo” es la ratificación del carácter del modelo económico, del que uno de sus ejes es la inversión de la fórmula capitalista (producción social y apropiación privada de la riqueza) en las condiciones actuales. Es decir se trata de que el Estado y el empresariado privado le devuelvan a los trabajadores algo del plusvalor generado por ellos en la esfera de la producción o los servicios.

Los excedentes generados por el Estado, a diferencia del período 1952-1985, se reinvierten en proyectos productivos, de infraestructura y sociales, pero también se redistribuyen directamente a favor de la gente por la vía de los bonos y los salarios.

En el caso de los empresarios privados el gobierno apuesta a que la tasa media de ganancia obtenida en sus actividades, que en el proceso de cambio es superior a la registrada en dos década de neoliberalismo, sea compartida en una mínima parte con los trabajadores, una de las fuentes de su riqueza.

Lo demás es pura demagogia. Ninguna empresa va a quebrar por pagar un “doble aguinaldo” y si alguna corre riesgo es que ya está al borde de la quiebra.