Opinión
Escrito por Coco Manto (Periodista)Es uno de los más importantes científicos bolivianos en el mundo, pero, por su juventud y su apariencia informal, usted no podría tenerlo como tal. Tal vez ya pasó por su lado, ahí por El Prado —él, con su abundante cabello despeinado, su polerita, su bluejean, sus kitts— y usted “¡qué me importa!”, como dice el Chaza en sus “metafísicas” populares.
Se trata del orureño Eduardo Bayro Corrochano, padre de la robótica latinoamericana, que viajó hace unos días a La Paz para recibir, creo que esta semana, el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, a impulsos de la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia (ANCB) y de la Facultad de Tecnología de la UMSA. Alto honor para quien tanto prestigia a nuestro país en el mundo de la tecnología y la ciencia.
Actualmente profesor titular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) de México, Bayro es doctor de la computación cognitiva por la universidad de Cardiff (Gran Bretaña) y fue profesor de matemáticas aplicadas y ciencias de la computación en la universidad de Kiel (Alemania).
Con esos antecedentes, su prestigio en México se disparó hasta la admiración nacional cuando el año pasado presentó un robot de su invención, el llamado Mexone (“mexuan”, dice la gente del común), un humanoide movido a distancia que camina, extiende la mano, alza algunos objetos, aplaude y, según su creador, “está preparándose para dialogar con la gente que él reconozca”. En dos oportunidades (2003 y 2008) el Gobierno Autónomo de Jalisco le otorgó el primer premio de Ciencia y Tecnología.
Bayro nació en Oruro, estudió en Cochabamba, vivió su primera juventud en La Paz y emprendió su diáspora por el mundo cuando aquí advirtió que bajo dictaduras militares, presupuestos mezquinos para la enseñanza superior y un plácido inmovilismo en la investigación científica no iba a pasar de ciertos marcos de realización docente. Además, en los años setenta, la tiranía de Banzer mandó asesinar a su hermano Carlos por ser un revolucionario inconforme con la injusta postración de su pueblo.
Bayro Corrochano se acercó en los primeros meses de los ochenta al padre Luis Espinal para colaborar en el semanario “Aquí” y allí escribió con un pseudónimo que lo ponía a salvo de los tiros de la represión. Ahora está en Bolivia y algunas instituciones aprovecharán de su estancia para acogerlo en conferencias. Precisamente la Academia de Ciencias y la Facultad de Ingeniería lo presentarán mañana por la tarde en la sede de la ANCB.
Dice el científico Bayro que quiere proponer al gobierno un proyecto de medicina social desde el mundo de la robótica: manos y pies artificiales para personas minusválidas y un casco con conexiones para que los ciegos “vean”, es decir para ayudarlos a desplazarse por sí solos.
Cree este visionario que las universidades y los sistemas de la seguridad social de Bolivia podrían asumir los costos de esos artefactos para uso de los discapacitados.Lo dice, claro, en los términos de su fabla científica, algo así como que los métodos geométricos para la percepción artificial y los sistemas de acción incluyan redes neuronales, es decir la robótica guiada por visión estereoscópica...
Robótica médica a bajo costo, insiste este gran creador de un sistema de navegación para oprerar tumores cerebrales. Bayro es, pues, un científico en la dimensión que quería Marx: ser útil al país, poner toda la sabiduría al dominio popular, implicarse en las necesidades populares. No en vano su más reciente libro sobre la arquitectura del robot, editado por Springer Verlag, tiene una dedicatoria sacudidora: “A Nelson Mandela y Evo Morales, por sus luchas sociales”.
No en vano su más reciente libro sobre la arquitectura del robot, editado por Springer Verlag, tiene una dedicatoria sacudidora: “A Nelson Mandela y Evo Morales, por sus luchas sociales”.
Tomado de: http://www.cambio.bo/noticia.php?fecha=2011-06-07&idn=47015
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