Columna de opinión
Desde hoy y en
ciertas veces durante este año, mientras tenga el uso de La Razón, esta
columna que escribo miércolesmente será de tres partes, a saber: un
cuento, un lote de aforismos y un comentario.
Mier.- En el programa radiofónico Olla de Grillos que producía hace 50
años conté una vez que un profe de secundaria pidió a dos de sus alumnos
ir a la Cámara de Diputados y escribir una crónica de lo que vieron y
oyeron. Los chicos fueron al Congreso y se dieron con que la barra
estaba atestada de público y no había dónde sentarse. Entonces, el menor
de los terebotes se encaramó en los hombros del otro para saber qué
pasaba en el hemiciclo y halló a los congresistas en una esgrima verbal:
¡Cállese, pasa-pasa! ¡Movis rateros! ¡Traficante! ¡Lambebotas!
¡Rosquero! ¡Agente de la CIA! ¡Maleante!... y otras gentilezas. Ahora se
tratan de bolas, amarrahuatos, separatista, bestias de la mala
práxides, llunkus, etcéperra.
Vuelvo al cuentito: cansado por el sobrepeso, el niño de abajo
preguntó: ¿Qué pasa? ¿Ya empezó la sesión?, y el de arriba le dijo:
Todavía no, hermano, recién están pasando la lista de asistentes.
Coles.- 1) Hasta para ser profesor hay que tener clase. 2) La autopsia
no es más que el escrutinio de los diagnósticos médicos. 3) Esa
república estaba repleta de indiocumentados. 4) Los periódicos que no se
venden son los más comprados. 5) A las gallinas no les late el corazón,
sino el huevo.
Mente.-
El pueblo es testigo y víctima de 46 días de desprecio doctoral. Una
huelga de médicos del seguro social mantiene en vilo a millares de
enfermos que se agravan exitosamente. Anda la Parca oronda, de mandil
blanco, ostentando su impudicia en los pasillos de hospitales y en las
entretelas de pacientes inermes. En un mes y medio de tamaño abandono se
suspendieron más de un millón de consultas y también unas 10.000
cirugías. Los culpables dicen que esto no es Cuba ni es Venezuela y
tienen razón, porque en esos países la vida es sagrada y no mercancía.
Al principio querían la supresión de dos artículos del Código Penal que
sancionan la mala práctica del ejercicio profesional, como se estila en
toda sociedad con respeto a leyes que enfilan a la Justicia.
Después
pidieron la abrogación de todo ese Código en el plan de dotarse de
impunidad, literal patente de corso para decidir, crimen sin castigo, la
vida o la muerte del paciente que se les ponga a mano. Ahora, a 46 días
de la huelga, buscan derribar al gobierno constitucional de Evo
Morales. ¡Qué cambio descarado de diagnosis y receta!
Envalentonados por el penoso éxito de su huelga de chantajes contra la
salud popular, los jampiris (curadores) titulados se ostentan como
puntas de lanza de otros poderes (ya se sabrá quiénes y por cuánto),
para desestabilizar al país; en esa aviesa vorágine se enrolan pesados
transportistas, comerciantes reacios a pagar tributos y dizque el
profesorado sumiso a una arcaica dirigencia trotskoide que, en febrero,
al inicio de labores escolares, saldrá con su cantaleta de la “sociedad
sin clases”. ¿Y la COB?, ahí deambula, aCOBardada.
Quiero parodiar aquí al humorista Cacho Garay que, en un programa de
Tinelli, narró que un doctor le dijo a su enfermo que le quedaban solo
seis meses de vida. Desolado y sin esperanza, el afectado le confesó que
no tenía dinero para pagarle sus honorarios, “¡y ese buen doctor me dio
otros seis meses!”. Por eso, se anima ese paciente terminal, yo apoyo a
mi médico que me prometió que en cuanto termine su huelga, me atenderá
en la Caja, por el resto de mi vida, para que mi deuda con él no se
incremente... ¡Vaya que aquí no es Venezuela ni es Cuba!
Caray, da no sé qué recordar que el actual jolgorio doctoral inició a
comienzos de noviembre pasado cuando se descubrió que el Hospital Obrero
(de la Caja, que antaño decíamos Queja) hacía trabajos clandestinos de
laboratorio para clínicas privadas y por ese delito fueron destituidos
10 médicos y técnicos, corruptos que procesaron 30.000 exámenes no
autorizados, 18.000 de los cuales eran a urgente encargo de
particulares. Tanta corrupción se daba en ese sector que hoy protesta
contra mínimos controles éticos, porque —lo presumen a gritos— esto no
es Cuba ni es Venezuela...
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