En una sorprendente declaración, el presidente Evo Morales decidió poner en práctica la política redistributiva para el país, la idea hecha acción concreta. ¿Quién genera la riqueza de un país? Por supuesto que el pueblo y es de justicia que retorne a él.
Seguramente el rosario de críticas durará un buen tiempo, dirán que es un acto electoral, que se han comprado conciencias; la verdad es que estas opiniones no son nada más que el sano derecho al pataleo, permitido por nuestra Constitución y por nuestros usos y costumbres.
¿Qué significado tiene este decreto? Desde mi punto de vista es un desafío, el Primer Mandatario nos está dando un mensaje central, que nos dice a todos los bolivianos y bolivianas “miren lo que pudimos hacer, depende de ustedes que hagamos más”.
Tener reservas en miles de millones de dólares, como respaldo a nuestra actividad económica y además redistribuir el excedente, sin lugar a dudas, exigió un gran esfuerzo del pueblo en su conjunto.
Aún tengo en la memoria la rebaja a los salarios de los mineros por parte del general René Barrientos, cuando la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) era una especie de caja chica que mantenía el día a día del Gobierno, y, sin ir más lejos, recordemos el 21060, que dejó sin trabajo a mineros y fabriles, ésa es la gran diferencia en temas de cambio.
Es posible que muchos guerreros del agua estén alejados del Gobierno, es posible que muchos guerreros alteños se hayan alejado del proceso de cambio, pero todos tenemos en cuenta que sin su contribución no se hubiera logrado esta acumulación de esfuerzo que ha permitido inversiones nunca vistas en caminos, salud, educación, industrialización, tecnología satelital, infraestructura de transporte, y una larga lista en campos deportivos ¿o ya nos olvidamos de la Villa Olímpica de Sucre?
Esta acumulación y el trabajo de todos permitieron que hasta el FMI ya pueda hacer proyecciones positivas del crecimiento de nuestra economía para el año fiscal de 2014.
Mientras la mayoría del pueblo sigue aportando con su trabajo a esta acumulación social, para la distribución también social, algunas organizaciones de pueblos originarios se encuentran en crisis internas, crisis alimentadas desde afuera para debilitar uno de los pilares del salto cualitativo que estamos dando.
Este faccionalismo ya fue practicado antes, revisemos todas las ‘ch’ampa guerras’ y las divisiones de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), inducidas por los partidos como el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), El Movimiento Bolivia Libre (MBL) y otros.
Otro ensayo para esta estrategia de debilitamiento es la arremetida contra los productores de coca, dando pie a los argumentos imperiales de un “narco-estado”. Los argumentos, muy pobres y sencillos, nos pueden llevar a sostener que debemos acabar con los viñedos para evitar la proliferación de los alcohólicos.
Lo avanzado hasta aquí demuestra también algunas debilidades de los movimientos sociales, una de ellas es la falta de un sistemático programa de promoción de liderazgos con profundos valores éticos, políticos e ideológicos.
La agenda nacional de los debates por parte de la oposición es tan pobre que terminamos hablando de guanacos y denuncias que nunca se pueden probar, no dan para más. Entonces, las propuestas de avance obligadamente recaen en los movimientos sociales, por eso la importancia de su fortalecimiento. Ésa es la fuerza que garantiza futuro.
(*) Es escritor e historiador potosino.