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2012-07-02 17:04:43
por: Tania Delgadillo Rivera |
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Mientras
en Europa y Estados Unidos los diarios locales desaparecen
indefectiblemente día a día por causa de la crisis económica, como
consecuencia del descenso de sus ingresos por concepto de publicidad y
la disminución de sus consumidores, tal como se destaca en un artículo
del diario español El País; por el contrario, en América Latina éstos
“crecen en circulación e ingresos”, según la Asociación Mundial de
Periódicos y Publicaciones de Noticias (WAN-IFRA).
Ignacio
Ramonet en uno de sus artículos señala que “la venta de periódicos cae
cada año una media del 2% en todo el mundo. Algunos han llegado a
preguntarse si la prensa escrita no será una actividad del pasado, un
medio de comunicación de la era industrial en vías de extinción”, y
advierte como una de las causas “la devastadora ofensiva de los diarios
gratuitos”, y la falta de credibilidad en la que han caído muchos
medios, como otra de las causas, que habrían ocasionado la deserción de
los lectores, además de la aparición y expansión de la Internet. Al
parecer, en este lado del mundo éstas al menos no son las razones de la
crisis que caracteriza a los medios de comunicación, en general.
La
crisis de los medios en América Latina es más bien de orden interno,
como ser la creciente falta de credibilidad a causa de la politización y
deficiente calidad de los mismos. El problema es, más bien, de orden
ético.
Y
si bien podríamos aprender de las lecciones que nos dejan los países
“desarrollados”, muchas veces se asumen estrategias que quizá no son las
más correctas como ser, por ejemplo, ofrecer junto a las ediciones de
los periódicos libros, CD, enciclopedias, inclusive menajes de cocina, u
otras ofertas comerciales. Esta situación, en opinión de Ignacio
Ramonet, contribuye a “la confusión entre información y mercadería, con
el riesgo de que los lectores ya no sepan lo que compran”, dice a tiempo
de advertir que de ese modo los periódicos “alteran su identidad,
desprestigian su nombre y ponen en marcha un engranaje diabólico cuyas
consecuencias se ignoran”. Consecuencias, que no evitarán en un mediano o
largo plazo, el descenso de éstos, si no cuidan —principalmente—
aspectos tales como la calidad de sus contenidos y la ética
periodística; y, en segundo lugar, ese engranaje “diabólico” del que
habla Ramonet, ya está en marcha desde hace mucho cuando el sistema
mercantilista se impuso sobre todas las cosas.
Ante
esa situación, el destino del periodismo de calidad, responsable, con
sentido crítico, que debe tender a la búsqueda del bien común,
contribuyendo a la construcción de una sociedad más justa, equitativa,
democrática, y regirse por principios de ética, entre otras cosas, está
en peligro. Y eso es lo que debe preocuparnos. El riesgo es que esos
valores caigan en total desuso, como ya se puede advertir en nuestro
país en varios medios no sólo impresos, pues las consecuencias pueden
ser nefastas para la sociedad en su conjunto.
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