Por Héctor Miranda *
La
Paz (PL) Más de dos mil personas del Consejo Indígena del Sur (Conisur)
marchan hacia La Paz con la única intención de reclamar la construcción
de una carretera por su región, una vía que facilite el acceso a la
salud, la educación y el comercio con otras zonas del país.
A medida que se aproximan a esta capital, los efectos de la altura
-muchas veces cercana a los cinco mil metros sobre el nivel del mar-, la
lluvia y el frío ponen a prueba la voluntad. Sin embargo, cada mañana
vuelven a reanudar la caminata con el objetivo de alcanzar la sede del
Gobierno antes de que termine el mes de enero.
Salieron desde
Isinuta, una localidad del trópico de Cochabamba, el pasado 18 de
diciembre con la intención de hacer valederos sus derechos y revocar la
aplicación de la llamada Ley Corta 180, un dictamen que impide la
construcción de una carretera en el Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro-Sécure (Tipnis).
La referida ley se aprobó a
finales de octubre del pasado año, cuando otra marcha, dirigida por la
Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), llegó hasta la
sede del Ejecutivo y convenció al presidente Evo Morales de la necesidad
de impedir la carretera que uniría a villa Tunari con San Ignacio de
Moxos y atravesaría el Tipnis.
Con la entrada en vigor de la Ley
Corta, el Tipnis no solo se convirtió en territorio intangible, sino
que la mayoría de las comunidades indígenas de la región vieron
tronchado el sueño de contar con una vía de comunicación.
La
carretera no solo resolvería el problema de la comunicación, sino
también facilitaría la llegada de médicos, de mejores condiciones para
la educación de los hijos y daría la posibilidad de comercializar sus
productos en otros sitios del país.
Desde ahora, la medida
establece que esa área será patrimonio sociocultural y natural, de
preservación ecológica, reproducción histórica y hábitat de los pueblos
indígenas, cuya protección y conservación son interés primordial del
Estado Plurinacional.
La marcha de la Cidob, liderada por Adolfo
Chávez, recorrió más de 600 kilómetros hasta llegar a La Paz, en un
trayecto en el cual se encontraron con muestras de respeto, de apoyo, y
también con aprovechados que los utilizaron para hacer campaña contra el
presidente Evo Morales.
Para muchos quedó claro que los
intereses políticos proliferaron junto con la caminata y varias
Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y la embajada de Estados Unidos
metieron sus manos con la intención de pescar en río revuelto.
Incluso, entre los dirigentes de esa primera marcha -secundada por
vehículos que garantizaban la seguridad de la misma, la alimentación, a
veces incluía toros sacrificados- y la base, hubo incomprensiones,
porque las aspiraciones no fueron las mismas.
No faltó entonces
el Defensor del Pueblo, Rolando Villena, ni la Asamblea de Derechos
Humanos, quienes estuvieron pendientes de las necesidades de los
reclamantes.
Pero la llamada Ley Corta no sentó bien en la
mayoría de las comunidades de la región y se organizó entonces la marcha
del Conisur, la cual no ha contado hasta ahora con toros para
sacrificar, ni con la presencia del Defensor del Pueblo ni la Asamblea
de los Derechos Humanos, algo que ha cuestionado el presidente
boliviano.
En más de una ocasión, el mandatario solicitó su
presencia junto a los marchistas, pero queda claro que los propósitos no
son los mismos y tanto las ONG, como la misión diplomática
estadounidense, tienen intereses en el Tipnis, una zona rica en recursos
naturales y muy apetecida por el turismo.
Abundan en el
referido Parque Nacional las maderas preciosas y conviven hoteles
lujosos con la pobreza infinita de comunidades indígenas que no conocen
un médico, mientras los niños mueren muchas veces por enfermedades
curables.
Entonces, bajo la dirección del cacique mayor del sur,
Gumercindo Pradel, se organizó la segunda marcha, con la condición de
que solo podrían incorporarse a la misma los verdaderos defensores del
Tipnis.
Por los lugares donde pasaron -desde que eran poco más
de 300 al salir de Isinuta hasta comenzar el ascenso a La Paz-, los
marchistas recibieron el apoyo del pueblo boliviano y de organizaciones
sociales, los cuales les facilitaron alimentos, ropa para el frío o para
protegerse de las lluvias y granizadas habituales en la zona.
Desde el primer momento tuvieron claro que solo pretendían la
terminación del tramo dos de la vía, para lo cual era necesario la
derogación de la Ley Corta, sin embargo, en los últimos días, con la
Cumbre Social de Cochabamba, recibieron un espaldarazo muy importante y
pretenden ampliar sus pedidos.
Luego de que los delegados a la
Cumbre apoyaran su posición, los marchistas del Conisur quieren agregar a
sus demandas la aplicación de un programa integral de desarrollo para
toda la región.
Y sobre todo, dejar claro que la aprobación de
cualquier estatuto sobre el Tipnis debe llevar a la consulta de todos
sus habitantes y no solo de un grupo de comunidades.
El Tipnis,
de unos 12 mil 363 kilómetros cuadrados, fue declarado Territorio
Indígena en septiembre de 1990, luego de años de lucha de los pueblos
originarios de la región. Un cuarto de siglo antes había sido asimilado
como Parque Nacional.
Sus tierras se las reparten Beni y
Cochabamba. El primero de los departamentos a través de la provincia de
Moxos -con los municipios de San Ignacio de Moxos y Loreto- y el segundo
con la del Chapare -villa Tunari y Orochata.
La región
pertenece a la subcuenca amazónica del río Mamoré, uno de cuyos
afluentes principales, el Sécure, lo delimita por el norte, en tanto el
Isiboro, lo hace por el sur.
Ambas corrientes fluviales son
navegables y constituyen una de las vías de entrada al parque, en el
cual abundan los atractivos turísticos.
En toda la región existe
un solo camino por el que puedan transitar vehículos y va desde Isinuta
hasta Aroma, siempre en la parte sur del Parque Nacional.
El
territorio, a pesar de su intangibilidad, fue pasto de las empresas
madereras, algunas de ellas con negocios con dirigentes indígenas, en
tanto otros se dedicaron al turismo no ecológico y a la explotación de
muchas especies de la fauna del lugar, entre ellas los reptiles.
*Corresponsal jefe de Prensa Latina en Bolivia.
arb/hm |
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