Tomado de fOROBolivia
Por Camilo Katari
Desde los años 60, cuando en Bolivia empezó la
contrarevolución (llamada también la restauración)
los Estados Unidos se esmeraron en presentar buena cara y desde los flamantes
hércules descargaron cajones y cajones de ayuda llamada “Alianza para el Progreso”.
Comenzaba así la era de la gran dependencia económica
y social; todavía no sabíamos que esos alimentos que generosamente nos regalaban tenían un propósito que no era otra
cosa sino el control de la natalidad. El grande del cine boliviano, Jorge
Sanjinés nos cuenta esa historia en “Yawar Mallku” una película que debemos
verla por lo menos 100 veces.
Años después las manitos cruzadas (una blanca,
blanquita y la otra negra, negrita) se convirtieron en la US-AID, la ayuda
americana, nunca nos preguntamos para que, pues los gobernantes de turno se
encargaban de decir que era lo mejor que nos pasaba, que los “gringuitos” nos
llevarían al paraíso llamado desarrollo y como no teníamos recursos económicos
ni técnicos aptos para este desarrollo nos iban a prestar ayuda para salir del
subdesarrollo (una palabra inventada por ellos).
Llegaron los “Cuerpos de Paz” para tratar de
enseñar a jugar beisbol en las
comunidades rurales, no lo lograron (o no quisieron porque un barbudo en Cuba
sabía jugar muy bien este deporte) entonces se dedicaron a crear “programas” en
salud, educación, infraestructura, cultivos alternativos, y para que todos
estemos contentos pagaban un “plus” a los ministros y viceministros que
aceptaban estos programas y daban luz verde al posicionamiento de USAID como el
benefactor del país (o mejor de los técnicos que contrataba).
De esta manera se creó una especie de incondicionales
de USAID, consultorías, seminarios, y
otros eventos recibían la generosa cooperación de USAID, para neutralizar
cualquier posibilidad de pensar libremente, pues de eso se trataba.
También crearon un centro de producción y difusión de
la mentalidad USAID, es decir de la mentalidad de dependencia “lo mejor viene
del norte de EEUU”, por eso la capitalización y los cargos directivos durante
el periodo neoliberal estaban en manos de empresas y técnicos extranjeros, y los llunk’us nativos,
hasta se disfrazaban de manera ridícula para asistir a las fiestas de la
embajada de Estados Unidos donde se presentaban los “programas” para recibir la
bendición verde (¿los dólares no?)
Hoy eso se acabó ¿Qué harán los lobbystas de USAID?
Van a conspirar, no cabe duda, ya empezaron a quejarse, razón tienen porque se
les tocó el bolsillo indigno de la “ayuda”.
Seguramente apoyarán con más fuerza a los “tipnistas”,
que hace poquito nomás trataban de reflotar el tema, dando importancia a
informes, dizque, muy bien intencionados y reconociendo que sus opiniones
favorecen a la oligarquía colonial. Ya lo señalamos antes sólo son puentes
donde transitan los que tiran piedras y dicen “crítica constructiva es”.
Se fueron 50 años de sometimiento material y subjetivo
–colonización pura y simple- y por un
buen rato los que comían, pensaban, escribían,
y oprimían con el sello “made in USAID” llorarán su suerte y milquinientastreintaytres promesas de
venganza serán hechas, los que tengan más suerte migrarán junto a sus
presupuestos a países que precisan “ayuda” ¿África? ¿Medio Oriente? o a
fortalecer el “Plan Colombia”, el imperio nunca abandona a sus fieles
servidores.
La paradoja final es la afirmación de 50 años de una
descomunal cifra invertida en nuestro país como “ayuda para el desarrollo” y
uno se pregunta ¿Cuál desarrollo mister? ¿Acaso los últimos 50 años no han sido
los más desdichados de nuestra historia? ¿Eso no es casualidad no?
Será muy reconfortante no encontrarse con “asesores”
de toda laya a la hora de hablar de nuestro futuro, ya cansaba tanta “gringada”
opinando acerca de todo. No debemos olvidar que hasta hace poco la embajada
ponía ministros y USAID la plata. Hoy eso está kaput.
*Camilo Katari,
es escritor e historiador potosino