lunes, 29 de junio de 2015

Contrabandistas usan técnicas de mafia italiana con tecnología moderna

Contrabandistas internan bebidas de Brasil por la ciudad fronteriza de Guayaramerín. Fotos: Wara Vargas, Miguel Carrasco, Marilyn Choque, Aduana Nacional de Bolivia, Senasag Oruro y Fundación FAUTAPO

Unas 30 marcas son internadas ilícitamente por diez puntos fronterizos

La Aduana Nacional de Bolivia indica que los malhechores utilizan técnicas de la mafia italiana de los años 20

La Razón (Edición Impresa) / Marilyn Choque - 00:00 / 29 de junio de 2015

Los contrabandistas de bebidas alcohólicas en Bolivia utilizan las técnicas de la mafia italiana de los años 20, pero con la tecnología del siglo XXI, afirma la presidenta de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), Marlene Ardaya, al describir esta millonaria actividad ilegal.

El 70% de las bebidas alcohólicas que ingresan al mercado boliviano es internado por diez puntos fronterizos.  

Decenas de clanes familiares, con un alto nivel de organización, con ingentes recursos y equipos de tecnología de punta, utilizan técnicas de la mafia italiana para burlar los controles aduaneros, generando millonarias pérdidas (se calcula unos $us 100 millones al año) y arriesgando la salud de los consumidores. 

Según las autoridades de diversas instituciones, unas 30 marcas de whisky, ron, vodka, vino y cerveza ingresan vía contrabando y son comercializadas en mercados, licorerías, tiendas, discotecas y bares.

Cada día, lejos de los puestos fronterizos, dos a tres vehículos, por lo general indocumentados, se ubican  a cinco kilómetros de los camiones de alto tonelaje que transportan cajas de bebidas alcohólicas, valuadas en cientos de miles de dólares. 

Los contrabandistas, algunos con armas sofisticadas, realizan un reconocimiento previo a las rutas clandestinas para ingresar la carga ilegal a territorio boliviano. A través de teléfonos satelitales alertan si los efectivos del Control Operativo Aduanero (COA) realizan o no el patrullaje. De esta manera, evitan el decomiso de gran parte de su mercadería.

Mientras los vehículos de avanzada hacen su trabajo, otro grupo vigila minuciosamente a los administradores aduaneros en los puntos de control y, al mínimo movimiento de éstos, alertan al destacamento de contrabandistas. Otros, hacen llamadas telefónicas a los agentes del COA proporcionando datos falsos del lugar por donde se estaría internando la mercadería ilegal. 

Los contrabandistas, incluso, prevén la “pérdida” de un camión en una zona, mientras cantidades de camiones ingresan por otra ruta salvando todo tipo de control y logrando su cometido.

Estas tácticas utilizadas por los traficantes de licores son descritas por la presidenta de la Aduana. “Es muy difícil controlar a estas redes ilegales que mantienen este nivel de organización, porque el destino de estos líquidos no solo es Bolivia, sino también otros países vecinos”, asegura la autoridad en una entrevista con Informe La Razón. 

“La forma en la que  operan es como en la época de Al Capone (traficante de bebidas que organizó una red criminal en EEUU tras la aprobación de la Ley Seca, que prohibía la elaboración e importación de estos líquidos a principios del siglo XX). Son como una mafia y estamos hablando de ese nivel de organización. Son familias que tienen medios y mecanismos de control y cuentan con tecnología de punta. Tecnología que no tiene la administración aduanera, porque la mercadería que están internando es de alto valor. Realizamos operativos, pero es insuficiente para proteger los 7.000 kilómetros de frontera que tiene el país”, revela.

Marcas

Aprovechando esta debilidad de la ANB —entidad que cuenta con 180 efectivos del COA— los contrabandistas internan al mercado boliviano al menos 30 marcas de bebidas alcohólicas como destilados: Johnnie Walker, Jack Daniel’s, ron Abuelo, vodka Stolichnaya, Fernet Branca, Capri, Cachaca 51, Café Coñac y Tres Plumas; fermentadas: Brahma, Trujillo, Cristal, Quilmes (en lata y botella), Salta (botella y lata), Schneider (lata), Heineken, Budweiser (lata), Isenbeck (lata), Samba, Colonia, Kaiser, Brahma, Skol (lata) y Nava Schin.

Además, abarrotan los mercados del país las marcas Vino Toro,  Viñas del Balbo, Vino Uvita, Wine Up, Vino Viejo Tonel (en cartón y botella) y Saque, según los datos proporcionados por el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), la ANB, el Estudio Socioeconómico de la Cadena Uvas, Vinos y Singanis Bolivia (CUVS) y el Análisis del Mercado Ilegal de Bebidas Alcohólicas en Bolivia realizado por Euromonitor Internacional.

Estos líquidos son internados por “miles de caminos clandestinos”, pero las rutas más utilizadas, según las fuentes consultadas por Informe La Razón, son por Perú, mediante el puesto fronterizo de Desaguadero; por Argentina, a través de Yacuiba, Villazón y Bermejo; por Brasil, mediante Puerto Suárez, San Matías, Guayaramerín,  Puerto Aguirre y Cobija; y por Chile, a través de las ciudades fronterizas de Pisiga y Charaña. Los destinos son los mercados de Santa Cruz, Tarija, Cochabamba, Oruro, Potosí y La Paz.

“Nadie puede tapar el sol con un dedo. Son cantidades ingentes (enormes) de bebidas alcohólicas, llámese vinos, licores, whiskys o cervezas, que ingresan de Argentina”, informa el nuevo alcalde de la ciudad fronteriza de Villazón, Jorge Fernando Acho, electo en las subnacionales del 29 de marzo. 

Estas mercancías y otras son trasladadas de La Playa de Estibaje de La Quiaca (Argentina) a La Playa de Villazón a través del contrabando hormiga, donde más de 7.000 estibadores (personas que cargan y descargan las mercancías de las embarcaciones) acopian productos en almacenes, de donde son trasladados cada siete días en 50 a 60 camiones con una capacidad de 30 toneladas cada uno.

Debido a este “contrabando desmedido e incontrolable” los centros de abasto están “inundados” de licores argentinos. Estas bebidas no solo están siendo internadas por los puntos fronterizos como el puente internacional Horacio Guzmán —pasadero que une las capitales fronterizas de Villazón y La Quiaca—, sino que el contrabando se ha extendido a lo largo de las fronteras del país. Existen por toda la provincia Modesto Omiste, Potosí, rutas clandestinas por donde ingresan, en desmedro de la producción nacional y provocando un daño económico al Estado por evasión de impuestos, detalla el Alcalde villazonense.

El análisis del mercado ilegal de bebidas alcohólicas de Bolivia, de 2014, señala que la evasión impositiva por contrabando, falsificaciones y producción artesanal ilegal de licores llega a $us 101 millones, monto que deja de percibir el Estado de Bolivia.

En el caso de la cerveza que ingresa de forma ilegal, sobre todo de Argentina y Brasil, la evasión impositiva es de $us 24 millones, según el estudio realizado, entre noviembre de 2014 y febrero de 2015, por Euromonitor Internacional —red de investigación y análisis de productos y servicios, con cobertura en 210 países—, que fue financiado por la Cervecería Boliviana Nacional (CBN).

En tanto, el análisis de mercado de 2012 de la CUVS —realizado por Captura Consulting— refleja que el valor del contrabando de bebidas alcohólicas es de $us 66 millones. Y la pérdida económica por la internación ilegal de vino es de $us 9 millones, por el ingreso de 3,8 millones de litros.

La mayor cantidad de whisky ingresa por Desaguadero (Perú); por Yacuiba, Villazón y Bermejo, en la frontera con Argentina, circulan vinos y sidras; en tanto que desde Chile ingresa diversidad de bebidas por Tambo Quemado; y desde Brasil por Puerto Quijarro.

Según la presidenta de la ANB, la recaudación por la importación de este tipo de mercancía es cerca de $us 52 millones. “No es algo muy significativo para nosotros, porque no es un producto esencial, no todos consumen bebidas alcohólicas. Ahora nuestra prioridad es pelear por la harina, azúcar, por la soya y otros productos que consumen todos. Las bebidas alcohólicas son para un grupo reducido. Eso tiene que ver con la preferencia que tiene cada uno”.

Los que se dedican a esta actividad conforman una “red de contrabandistas de bebidas alcohólicas”, porque cuando se realizan incautaciones de estos productos, al igual que con otros, una multitud de personas evita el traslado de estas mercancías a los depósitos aduaneros. Rompen los parabrisas de las vagonetas de la Aduana y del COA. “Contratan mucha gente para defender un cargamento. Se habla de una importante cantidad de dinero, más aún si se trata de marcas reconocidas en el ámbito mundial, como el whisky Jack Daniel’s”, indica Ardaya.

Este conjunto de personas actúa a través del contrabando organizado mediante camiones; el pilar de esta actividad es el comerciante mayorista, que por lo regular se traslada a las ciudades fronterizas de Bolivia para adquirir productos, y luego transportar a las ciudades capitales o áreas rurales sus mercancías.

Algunas veces lo hacen con la ayuda de funcionarios aduaneros, una vez que llegan a su destino distribuyen las bebidas alcohólicas a mayoristas informales (tienen bodegas clandestinas), éstos se encargan de vender o distribuir estos licores a mercados informales; venden al por menor o al detalle. También pueden entregar estas bebidas a centros  de comercialización  que no emiten facturas.
Luego llega al consumidor final, éste puede ser del área rural o urbana, según Euromonitor Internacional.

En ocasiones camuflan el producto en medio de otras mercancías. La mayorista sale del país para adquirir los productos de otros comerciantes, interna en camiones las bebidas que se encuentran ocultas en medio de otros productos y declara una parte de la carga. Una vez dentro del país entrega los licores a importadoras, éstas pasan la mercadería a distribuidores, los cuales venden al por menor o al detalle, incluso a centros de comercialización que no emiten factura. 

El contrabando hormiga es otra forma de acopio de bebidas alcohólicas, entre otros productos. La mayorista sale del país, compra productos en poblaciones fronterizas fuera de Bolivia. Esta vendedora entrega las mercancías a un intermediario, éste utiliza el flujo permanente de personas (bagalleros, estibadores, bicicleteros o lanchas) que cruzan los puntos fronterizos para acopiarlas en depósitos. Después, la mercadería es entregada a minoristas o distribuidores pequeños o a tiendas que no emiten factura, para el consumidor final, que por lo general son los habitantes de las ciudades lindantes o del área rural. Estas personas aprovechan la Circular N° 254/2006 de la ANB y el Decreto Supremo 708, que permite el despacho de importación de menor cuantía que no debe superar los $us 2.000, para acopiar productos en almacenes.

Los ilegales también utilizan vuelos internacionales para internar sobre todo whisky de la marca Jack Daniel’s, uno de los destilados más caros, y su valor puede superar los $us 1.000 —uno de etiqueta azul—, informa la presidenta de la ANB.

El vino es la bebida de producción nacional más afectada por el contrabando, que no solo genera pérdidas por evasión al Estado, sino también frena el crecimiento de la industria nacional, señala la tarijeña Mercedes Rojas, propietaria de Viñedos y Bodega Sfarcich.

Indica que el mercado boliviano de destilados o licores tiene un consumo estimado de 7,8 millones de litros de bebidas. De éste, el 50% es comercializado de manera legal, el otro 50% proviene del contrabando, la falsificación, adulteración o venta de alcohol no apto para el consumo humano. Este 50% de comercio ilegal le quita ingresos al país por un estimado de aproximadamente Bs 315 millones al año ($us 4,2 millones).

“Nosotros sentimos esta presión competitiva injusta y distorsionada del contrabando de alcohol, porque para los comerciantes hoy es más rentable importar y traer licores de forma ilegal de los países vecinos por la crisis económica que están atravesando, sobre todo Argentina”, dice Mauricio Hoyos, gerente general de Vinos Aranjuez, Bodegas Milcast Corp.

DAÑO

Como consecuencia de estas transgresiones el mercado nacional se está cerrando para los productores nacionales, ya que los ilegales son comercializados a “precios regalados”.

El 70% de las bebidas que se encuentran en los mercados, locales de diversión y tiendas son de contrabando, informa Rudy Barrón, presidente de la Asociación de Medianos Productores de Vino de Tarija  (Amevit).  Esta ilegalidad ya es una tradición que tiene lugar sobre todo en las ciudades fronterizas a través del contrabando hormiga o traslado masivo de mercaderías en pequeñas cantidades en bicicletas, bolsos, entre otras formas.

“El contrabando de bebidas alcohólicas es un mal que nos está afectando, sobre todo el ingreso de vinos de Argentina, que son comercializados en nuestro país a precios sumamente baratos, porque tienen sobreproducción y el único lugar donde pueden internarlos es Bolivia. A Chile, Perú y otros países no lo pueden hacer porque sus fronteras están muy bien resguardadas”, manifiesta Franz Molina, presidente de la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV),  organización que aglutina a ocho bodegas dedicadas a la elaboración de vino y singani.

“El contrabando de cerveza afecta de manera notable en los ingresos y posibilidades de ampliar la industria nacional, para generar mayores fuentes de empleo”, expresa el director ejecutivo de la Cámara Boliviana de Fabricantes de Cervezas (Caboface), Alfredo Candia. Explica que en esta organización se encuentran afiliadas cuatro empresas dedicadas a la elaboración de fermentados: Cervecería Boliviana Nacional SA (CBN SA), Sociedad Industrial del Sur SA (SIDS SA), Cervecería Nacional Potosí Ltda. (CNP Ltda.) y Bebidas Bolivianas SA (BBO SA).

“Los clanes de comerciantes internan bebidas del tamaño de una empresa, con la evasión de esos recursos tranquilamente se hubiera construido una fábrica en la que deberían trabajar muchas personas de la región. La cerveza ilegal está ingresando sobre todo de Brasil y Argentina”, asegura el gerente de la Cervecería Nacional Potosí (CNP), Carlos Vil.

Según un reporte enviado a Informe La Razón por la CBN, a consecuencia de esta ilegalidad, las ventas de la cerveza Ducal de Santa Cruz cayeron en $us 34,18 millones.

“El tema principal no es el daño económico que provoca esta ilegalidad, sino el deterioro a la salud de las personas, porque no sabemos hasta qué nivel pueden estar contaminados, si tienen o no las medidas sanitarias que se exige a las importadoras”, advierte Ardaya, de la ANB, y añade que existen cerca de 200 empresas que se dedican a la importación  de bebidas del exterior.

Datos proporcionados a Informe La Razón por el Senasag dan cuenta de que existen 112 compradoras de bebidas alcohólicas registradas. Toda empresa que desee internar legalmente estos productos debe presentar el Número de Identificación Tributaria (NIT), croquis de ubicación de sus almacenes y contar con certificado sanitario de origen del producto que avale la certeza de que es apto para el consumo humano. 

Una vez que cumplen con los requisitos,  los importadores deberán tener un almacén apropiado, con buenas prácticas en el almacenamiento y los procedimientos operativos estandarizados de saneamiento de sus depósitos.

“Las bebidas que ingresan de contrabando, muchas veces, no cuentan con registro sanitario”, indica Alejandro Mattos,  jefe nacional de Inocuidad Alimentaria del Senasag. Este documento garantiza la calidad de las bebidas y de cualquier otro producto. Los licores que no tienen este aval podrían provocar intoxicaciones e incluso ceguera entre los consumidores.

Esta entidad sanitaria decomisa y destruye cada año cerca de 40 toneladas (40.000 litros aproximadamente) de bebidas alcohólicas de contrabando. Lo que mayormente intercepta es ron, whisky, licores, cerveza, vinos, vodka, entre otros.

Los informes oficiales aseguran que además de ingresar por la vía del contrabando, desde los países vecinos, estos líquidos llegan a Bolivia de forma ilegal desde Europa, Escocia, Alemania, Estados Unidos y México. Por lo general éstos son comercializados en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

Esta ilegalidad pone en riesgo la salud de las personas, porque al ser de contrabando no existe una garantía o certificación que avale su procedencia y cumplimiento de la norma sanitaria de origen, además se desconoce las condiciones de transporte,  almacenamiento y manipulación de estos productos, manifiesta Normando Solano, jefe distrital del Senasag Tarija.

Las bebidas de contrabando mayormente llegan de Argentina. “Las comerciantes están trayendo sobre todo vinos en cartón”, señala Lizeth García, directora distrital del Senasag Oruro.
 
EL REPORTAJE COMPLETO EN LA EDICIÓN ESPECIAL DE INFORME LA RAZÓN, QUE CIRCULA ESTE LUNES 29 DE JUNIO JUNTO A NUESTRA EDICIÓN IMPRESA.

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