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“El agua es definida como hembra o macho según el nombre de la cuenca de donde provenga. Según las creencias cuando macho y hembra se juntan se asegura la provisión de agua”, explica el técnico investigador del Centro Universitario Agruco de la Universidad Mayor de San Simón, Gilberto Lisperguer.
Como esta práctica existen muchas que son revalorizadas en el marco del proyecto Programa Nacional de Cuencas del Viceministerio de Recursos Hídricos y Riego.
Este programa, además de revalorizar las prácticas y saberes ancestrales para una gestión social comunitaria del agua, desarrollará e implementará sistemas de manejo del suelo, vegetación y producción agrícola y pecuaria en seis cuencas piloto a nivel nacional, según informó el responsable del programa, Jaime Huanca.
Cosecha de agua
Entre otras prácticas culturales se destaca también la “cosecha del agua”, un sistema donde comunarios preparan pozas recubiertas con greda fina para evitar la infiltración y acumular agua de las lluvias para la época de estiaje.
Existen diferentes tipos de agua, unas que son para la producción, para el consumo humano y otras para el ganado. “Las aguas que provienen de futuris (ojos de agua) son para el consumo humano, porque atraviesan por una serie de filtros que purifican el agua.
Las aguas de acequias, por su largo recorrido, arrastran nutrientes del suelo apropiadas para el riego, según explica el técnico investigador de Agruco-UMSS, Abel Ágreda.
El Programa Nacional de Cuencas inicia la primera fase del proyecto Cuencas Pedagógicas identificando seis cuencas piloto a nivel nacional, cuatro en Cochabamba, una en Oruro y otra en Santa Cruz.
Los municipios beneficiados son Sacaba en la cuenca Kuyoj Qhocha, Tiquipaya en la cuenca Khora, Sipe Sipe en la cuenca Jatun Mayu, y Tiraque y Punata en Pucara.
Decenas de guerras del agua
Desde la primera Guerra del Agua en Cochabamba, decenas de pequeñas guerras del agua de igual importancia vienen sucediendo en diferentes comunidades y barrios en el departamento, según la aseveración del responsable del Programa Nacional de Cuencas, Jaime Huanca.
“De forma permanente comunidades de zonas altas, cortan el agua a las ubicadas en partes bajas porque la demanda de agua cada vez es mayor”, explica Huanca.
La autoridad señala que la escasez del agua deriva también del crecimiento poblacional que necesita más de ese recurso para consumo humano, pero también exige mayor producción de alimentos, situación que obliga a las comunidades campesinas a requerir mayores volúmenes de agua para riego.
Explicó que el programa busca identificar las estrategias para asegurar el acceso equitativo y con calidad al agua.
El agua no es una mercancía, es un ser vivo de la naturaleza
Cuando el recurso agua era entendido como un bien -no mercancía- todas las personas podían acceder a cualquier fuente.
Desde el momento en que el agua empieza a verse como un recurso privado inicia también una inclusión muy fuerte del capitalismo y las transnacionales que buscan apoderarse del agua dulce en el mundo.
En Cochabamba pasamos por esa época y lo vimos reflejado en la “Guerra del Agua” el año 2001. Este evento ha derivado en la reacción de un pueblo y una sociedad que busca recuperar la esencia de este bien.
Es así en adelante la participación de todos los actores sociales en la gestión de este recurso hará sostenible su manejo y su acceso.
Para nosotros el agua no es una mercancía, es otro ser vivo que también tiene sus opciones de constituirse como parte del planeta, y este sentimiento es la esencia del nuevo proyecto de la Ley del Agua.
El gran problema es el tratamiento
La provisión y el acceso al agua potable en Bolivia deja de ser el problema fundamental para el Estado o los municipios; ahora el reto será afrontar el tratamiento y uso racional de este recurso que en poco tiempo más llegará al 90 por ciento de la población, según la afirmación de la docente investigadora del Centro Andino para la Gestión y Uso del Agua Centro de Enseñanza e Investigación (Centro Agua), Rocío Bustamante.
“El gran problema que ahora tenemos es ¿cómo tratamos toda el agua que desechamos?, ¿cómo la reusamos?, y ¿qué hacemos con lo que no podemos reusar?”, explica.
Frente a esta problemática la perspectiva de las instituciones que trabajan en el área es cambiar la mentalidad de las personas y autoridades hacia los problemas que se originarán después de brindar el agua. “Lo importante es trabajar en la prevención; afirmar en la población el orgullo de tener una cuenca todavía buena y de mantenerla así”, afirmó Bustamante.
La profesional afirma que si bien existe un grado de afectación negativa a las cuencas, éstas todavía se encuentran en un estado en que todavía se pueden recuperar.
La recomendación parte de que, antes de la llegada del agua de Misicuni, la perforación de pozos y consecución de otros proyectos de agua, primero se debe empezar con la concientización.
“Cochabamba se está transformando en un departamento semidesértico, y sin embargo todavía existen incoherencias como la construcción de psicinas en cada condominio o viviendas particulares”, reprochó Bustamante.
Un factor positivo para este cometido es el planteamiento del Gobierno de brindar a constructores y productores tecnologías más sustentables con un menor derroche de agua.
La explotación de acuíferos puede derivar en catástrofes para edificios
La sobreexplotación de acuíferos, expresado en la irracional perforación de pozos subterráneos, podría derivar en el colapso de las cavernas subterráneas formadas por las bolsas de agua existentes.
“En el Valle Alto ya se evidenciaron casos de hundimiento del suelo. Imagínense lo catastrófico que sería el hundimiento en un área urbana con edificios y condominios”, señala el docente investigador del Centro Agua, Vladimir Cossío.
La falta de un servicio efectivo en la provisión de agua derivó en la privatización y apropiación ilegal del agua por parte de aguateros y dueños de condominios, que de manera indiscriminada perforan pozos para brindar este servicio a las viviendas.
“No sabemos cuántos pozos existen, cuánta agua sacan, qué calidad de agua se distribuye, y lo peor no se sabe cuánto durará”, señala el investigador.
Afirma que si no se regula el uso de un acuífero éste podría perderse para siempre.
Fuente: Opinion