Tomado de fOROBolivia
*Por Camilo
Katari
La
oposición colonial y conservadora se encuentra en pleno trabajo para
desprestigiar al gobierno y debilitar el
caudal electoral, que aún mantiene el presidente Morales. Hoy el escenario de
esta batalla es Oruro.
La
estrategia aplicada es la repetición de lo que en su tiempo aplicó el Comité
Interinstitucional en Sucre, con el discurso de la “capitalidad”. Hoy se
pretende instalar la figura de un héroe, perdido en la noche de la historia.
Por
supuesto que no han faltado los escribidores de historietas para apoyar esta
iniciativa de la oposición (compuesta por el
MSM, la UN, el nuevo Partido de la COB, y los descontentos de siempre:
el CONAMAQ) toda esta junt’ucha de políticos, han creado un clima que tensiona
la tranquilidad de cualquier sociedad.
Cuando
se acude al patrioterismo siempre se tiene este resultado, pasó en Sucre, en
Potosí, en Santa Cruz, Tarija, etc. No es un fenómeno nuevo, pero los agentes
comunicacionales, sin realizar el mínimo análisis se han dado a la tarea de
magnificar los hechos.
Muchos
opinólogos, especialmente los neoliberales como Cordero, Lazarte, Arias y otros
más. Apuntan directamente al Presidente Morales, sin tomar en cuenta que
cualquier acción del Ejecutivo, vulneraría la autonomía del novísimo parlamento
departamental.
No
debemos llegar a engaños, detrás del
aparente civismo departamental se esconde una acción política debidamente
planificada y cuyo desenlace fortalecerá la conciencia del cambio.
La
figura de héroe instalada con insistencia mediática nunca formó parte del
calendario cívico orureño, peor nacional, y es sabido que en nuestro país los
nombres de calles, edificios públicos, plazas, plazoletas, aeropuertos, se han
realizado de manera arbitraria según las
influencias económico-políticas del momento. ¿No tenemos escuelas, calles,
plazas, con nombres de dictadores?
¿Acaso
no se cambio el nombre de una provincia paceña de Caupolican, indígena rebelde,
por el de Franz Tamayo?
Las
pequeñas élites locales, que añoran sus tiempos de dominio y despotismo siguen
insistiendo, mediante los representantes de la oposición, mantener una memoria
oligárquica y colonial.
Por
estas características el problema de Oruro es un dilema en el que se enfrenta
el cambio versus la mentalidad colonizada. Es pues una lucha de poder regional.
La
crisis del Estado colonial-oligárquico seguirá dando estertores, que sacudirán
el cuerpo social de nuestro país, la enfermedad de la colonialidad no se la
pueda combatir de una vez y para siempre, pues en cada momento recibe
reanimaciones de los sectores menos esperados, que son manipulados desde las
sombras de la historia.
Tendremos
que acostumbrarnos a convivir con los estertores de un cuerpo que se niega a
morir, como en todo mal terminal será el
tiempo el encargado de dar su veredicto.
Por
lo pronto debemos desnudar a los arropados actores de esta puesta en escena que
se recubre de civismo, siendo en el
fondo una expresión de la vieja práctica restauradora.
*Camilo Katari, es escritor e
historiador potosino