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Según un estudio auspiciado por el Programa Nacional de Cambio Climático, tanto los nevados pequeños como los grandes glaciares que conforman esta cadena montañosa pueden desaparecer. Entre ellos se encuentran nevados tutelares como el Illimani y el Sajama.
De acuerdo con el Inventario de Glaciares de la Cordillera Real de Bolivia, desarrollado en el marco del Proyecto de Adaptación al Impacto del Retroceso Acelerado de los Glaciares en los Andes Tropicales (PRAA), los principales nevados que conforman esta cadena montañosa perdieron su cobertura en el orden del 28,39 por ciento al 45,75 por ciento, por lo que, según el cálculo del coordinador del Programa Nacional del Cambio Climático, Carlos Salinas, estos glaciares pueden desaparecer en 30 años.
El estudio realizó una medición de campo durante los años 2008 y 2009, verificando la profundidad y la superficie de la capa glaciar en cada uno de ellos.
Entre los colosos que corren peligro se encuentra el Illampu. Salinas hizo está apreciación teniendo en cuenta que dicho inventario evidenció que, en promedio, los 400 nevados que conforman la Cordillera Real perdieron un 43 por ciento de la cobertura de hielo, desde 1980 hasta la actualidad.
“El primer estudio serio del inventario de los glaciares en Bolivia fue realizado en los años 1980 a partir de restituciones fotogramétricas de vuelos. Este estudio fue una tesis doctoral en Alemania y fue publicada en 1991”, señaló Salinas.
Agregó que este estudio dio a conocer las superficies glaciares en los más de 400 nevados que conforman la Cordillera Real y Occidental.
“Este estudio es un referente para medir los efectos del cambio climático en los nevados, que son los reservorios de agua del mundo, pues a partir de allí medimos el retroceso”, explicó.
De acuerdo con los datos proporcionados por el experto, en el caso del nevado Illampu se midió un área de 103.099 kilómetros cuadrados, tomando en cuenta 147 glaciares, o picos menores, que rodean a este coloso andino.
En el inventario realizado durante 2008-2009 se midieron 106 glaciares con cobertura de hielo, con una superficie de 73.833 kilómetros cuadrados, mostrando que la disminución de la cobertura es de 28,39 por ciento.
En el caso del Mururata se midió un área de 17.207 kilómetros cuadrados y 75 glaciares o picos menores. En el estudio reciente se halló que el área se redujo a 8.080 kilómetros cuadrados en 24 glaciares, lo que equivale a un 45,75 por ciento de reducción de cobertura glaciar, siendo uno de los nevados más afectados por el retroceso glaciar.
El vigilante de la ciudad de La Paz, el Illimani, es otro de los grandes afectados, pues según el Inventario de Glaciares de la Cordillera Real de Bolivia en 1980 tenía un área de hielo de 31.945 kilómetros cuadrados, en 35 glaciares, pero en 2009 la cobertura se redujo a 17.330 kilómetros cuadrados, es decir que el 42,67 por ciento de la superficie glaciar se redujo.
En la Cordillera Occidental el caso del Sajama es el más preocupante, pues en 1980 este nevado tenía una cobertura de hielo de 4.000 kilómetros cuadrados, mientras que en 2009 se redujo a 2.556, es decir que la disminución llega a 36,1 por ciento.
Sin embargo, los comunarios del lugar advirtieron que el retroceso glaciar afectó a su coloso tutelar hasta en 50 por ciento. Así lo señaló Bernardino Huarachi, comunario de Sajama, a Cambio en una visita a ese lugar.
“El tata (como se refieren al glaciar orureño) está cada vez más pelado, antes era blanco, bien blanco, pero ahora se está pelando, y nos da pena porque también está cambiando el clima, y eso afecta a nuestros animales porque aquí no vivimos de otra cosa que no sea de los camélidos”, señaló.
El Coordinador del Programa Nacional del Cambio Climático remarcó que estos glaciares pueden correr la misma suerte del Chacaltaya, conocido como la pista de esquí más alta del mundo, que en menos de 15 años perdió su cobertura de hielo debido al calentamiento global.
Estudio hecho con imágenes satelitales
El Inventario de Glaciares de la Cordillera Real de Bolivia fue realizado sobre la base de una combinación de técnicas, según explicó el coordinador del Programa Nacional de Cambio Climático, Carlos Salinas.
“Por una parte, la determinación de los puntos de apoyo sobre la base de mediciones con sistemas de posicionamiento global de alta precisión DGPS, o satelitales, y la aplicación del sistema de fotorestitución digital”, explicó la autoridad dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA).
Salinas agregó que ambas técnicas permiten extraer el máximo potencial de las imágenes estereoscópicas de un sensor Prism, logrando de esta manera utilizar imágenes ALOS, de la misma forma como se hace una restitución aerofotogramétrica.
El estudio fue realizado en coordinación con el Instituto de Hidráulica e Hidrología (IHH) de la Universidad Mayor de San Andrés, en el marco del Proyecto de Adaptación al Impacto del Retroceso Acelerado de los Glaciares en los Andes Tropicales (PRAA).
DATOS
• De acuerdo con los valores, la cobertura de superficie glaciar promedio de la Cordillera Real se ha reducido en 42,7 por ciento.
• En el caso del Sajama, la capa glaciar se redujo en 36 por ciento.
• Con estos datos se puede estimar que en 30 años más la cobertura glaciar puede desaparecer.
• Sin embargo, el Programa Nacional de Cambio Climático señala que se deben estudiar seguidamente los cambios observados en el clima, junto con el porcentaje de deshielo, para estimar con exactitud en qué año se dará la pérdida total de la cobertura glaciar.
• En el caso del nevado Chacaltaya, el deshielo se dio mucho antes de las predicciones realizadas.
Nevados, entes tutelares para el aymara
De acuerdo con el libro de Blithz Lozada Cosmovisión, política e historia en los Andes (edición 2006), “los nevados expresan la síntesis del cosmos: reúnen la totalidad hundiendo sus raíces hasta el mundo subterráneo, sus faldas se extienden sobre la tierra fertilizada con el agua de deshielo, y sus cimas penetran el cielo poseyéndolo”.
El documento señala esta interpretación del imaginario colectivo andino, posicionando el agua como principio y origen, que está asociada con las cumbres, como elemento abundante, con lo doméstico y, como flujo distribuido, con el campo
La cosmovisión andina le otorga a estos glaciares poderes como entes tutelares, incluso expresados en el significado de sus nombres, relacionados a leyendas que hacen alusión a los tiempos en los que la cultura aymara dominaba el altiplano. Por ejemplo, Illimani en lengua aymara quiere decir ‘águila dorada’, mientras que Condoriri quiere decir ‘cabeza de cóndor’.
Mururata significa ‘el decapitado’, y tras este cerro se tejen varias leyendas alusivas a esa condición. Huayna Potosí significa ‘cerro joven’, mientras que al Sajama se le llama en el lugar ‘Doctor Sajama’, porque en sus faldas crecen plantas medicinales.
EN 3 DECENIOS se perdió 43 por ciento de los glaciares
El Inventario de Glaciares de la Cordillera Real de Bolivia estudió a los más de 400 glaciares que conforman la cadena montañosa, estableciendo, desde el año 1980, la clara presencia del fenómeno del retroceso de los glaciares, que derivó en que se derritiera el 43 por ciento de la superficie de los nevados a consecuencia del cambio climático.
El investigador del Instituto de Hidráulica e Hidrología (IHH) de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) Edson Ramírez señaló que este fenómeno afectó a los glaciares menores, cuya superficie no supera el kilómetro cuadrado, pero el impacto es mayor teniendo en cuenta que la mayoría de los nevados de la Cordillera Real son pequeños.
Ramírez afirmó que, de acuerdo con el avance del deshielo en los glaciares, los nevados pequeños están condenados a desaparecer, pero afirmó que los grandes glaciares pueden salvarse de este destino, teniendo en cuenta que la profundidad de la capa de hielo que tienen es considerable y aún no fue afectada por el calentamiento global.
“La altura en la que se encuentran los ayuda mucho, estamos hablando de alturas por el orden de los 6.000 metros sobre el nivel del mar (msnm), lo que ayuda a que mantengan su capa de hielo”, afirmó.
Advirtió de que los glaciares pequeños con mayor peligro de perder su capa de hielo y nieve son los de la cuenca del Condoriri y del Pico Tarija, incluso puede afectar la actividad agropecuaria de los pobladores del lugar.
“Sin duda es un proceso complejo por el hecho de que esta sinergia del clima, que es tan importante y que depende de aspectos del manejo del planeta en su conjunto, está provocando cambios extremos en nuestro medio ambiente”, explicó.
Ante esta situación, varias instituciones gubernamentales y no gubernamentales llevan adelante proyectos de adecuación agropecuaria ante estos fenómenos que afectan directamente a los productores que viven en las faldas de estos colosos, como es el caso de las comunidades del Sajama en Oruro, Illampu, Mururata e Illimani en La Paz.
