Etienne Lavigne.
Foto: Alejandra Rocabado.
Es el motor y cerebro de la carrera más famosa del
mundo, el Dakar. El director de la prueba y el presidente de la ASO, el
francés Etienne Lavigne, explica acerca de las características y las
trampas de la prueba de 2016. Destaca que el objetivo es que cada año se
renueve, por ello se dejó Chile y se regresó a Perú.
— ¿Cómo reaccionó la organización ante la renuncia de Chile, uno de los
pilares del Dakar sudamericano desde que éste llegó en 2009?
— Habíamos trabajado con un escenario que implicaba Chile, Perú,
Bolivia y Argentina. Desgraciadamente, Chile vivió hace unas semanas en
la zona del Atacama, que conocemos bien desde hace años que estamos con
la competencia, riadas de barro y agua que devastaron muchas
infraestructuras y causaron muchos dramas. Obviamente, no podían
recibirnos en el calendario previsto y, de común acuerdo, hacemos una
pausa, somos solidarios.
— ¿Tuvieron que improvisar sobre la marcha?
— Como cada año, prevemos varios escenarios-países. Vamos a consultar a
las naciones que pueden recibir al Dakar si les interesa. Chile tardó
mucho en responder y después vivieron esas catástrofes naturales. Por
eso hemos reorganizado el recorrido para 2016 con los países que ya
habían dicho que sí: Perú, Bolivia y Argentina.
— Perder el Atacama chileno para la carrera, ¿es un golpe duro?
— El Atacama es el corazón del Dakar sudamericano, muy espectacular,
con construcciones de dunas muy diferentes a las que tendremos en Perú.
Hubo bellas batallas allá. Lo vamos a lamentar, eso seguro, sin embargo
la pausa chilena es eso, una pausa.
— ¿Cuál será la particularidad de este Dakar 2016?
— Es un cóctel en tres etapas. Un Dakar en forma de tríptico
geográfico, climatológico y de conducción, extremadamente diferente de
un país a otro. Va a exigir un gran sentido de la adaptación a los
participantes. En la parte peruana, vamos a bordear el Pacífico
partiendo de Lima para descender hacia el sur, en esa gran franja de
arena, costera, increíble para la competición, con cordones de dunas que
recuerdan los desiertos africanos.
Son técnicas de pilotaje y de navegación de rally-raid. Tras 3/4 días de arena, subiremos varios miles de metros, para pasar de cero al altiplano boliviano de 3.600-3.800 metros de altura. Habrá tres días de carrera en altitud con una incidencia en la manera de correr. La respiración se hace dificultosa. Cambiar una rueda se convierte en algo complicado. Estaremos en un pilotaje más clásico, con pistas de tierra y atravesando ríos. Cuando entremos en la parte argentina, estaremos claramente en la hoguera, con pistas sinuosas, rocosas y abruptas. Y acabaremos el 16 de enero en Rosario, que albergó la salida en la prueba de 2014.
— ¿Por qué se decidió salir de Perú, como en 2013, y no llegar allá, como en 2012?
— La voluntad es cambiar cada año. Los Dakar se suceden, pero no
queremos que se repitan. Volver a salir desde Argentina como lo hicimos
este año (2015) habría supuesto retomar la misma geografía, el mismo
tipo de itinerario. Tratamos de sorprender con un recorrido que cambie.
— ¿Qué falta por definir en el trazado de 2016?
— ¡Todo! Hemos fijado la cartografía, pero queda todo por hacer.
Tendremos 13 etapas, quizá un prólogo, para un total de 8.000 a 8.500
km. Es aún pronto para saber si habrá etapas maratón. Nos hace falta
encontrar tramos selectivos interesantes, que se puedan encadenar.
Cuando hacemos coincidir las motos, los cuadriciclos, los autos y los
camiones, no hablamos de las mismas capacidades de velocidad. Hay que
encontrar algo que pueda satisfacer a todos los actores”.
— ¿La idea de un Dakar que recorra toda Sudamérica sigue presente?
— Sería un bello proyecto. Desde hace tres años pensamos en cómo
podríamos hacer una carrera que pudiese partir o llegar de Colombia.
Recorrer Sudamérica por el lado del Pacífico, por Chile y Argentina.
Hemos realizado reconocimientos en Colombia y Ecuador. Nos hemos
encontrado gente favorable al proyecto. También existieron actos
políticos significativos, sobre todo el presidente (Juan Manuel) Santos
en Colombia. Es un proyecto ambicioso y hace falta una buena combinación
entre los astros políticos y el Dakar para que podamos ponerlo en
práctica.
Lavigne controla la prueba
Presidente
Etienne Lavigne es el director general de la carrera y el presidente
de Amaury Sport Organisation (ASO).Todo está bajo su órbita y control.
No a la política
Etienne enfatiza y pone cuidado al sostener que “el Dakar no sabe de
política y solo conoce el placer y la entrega de los gobiernos para que
la carrera pase por su país”.