Álvaro García Linera
El desarrollo de la industria sigue siendo una
tarea pendiente del Gobierno. Álvaro García Linera plantea la
reconfiguración de la infraestructura productiva a partir de la
construcción de plantas de gas, litio o urea, en proyectos.
Dice que esos emprendimientos deben complementarse con acciones destinadas a mejorar las condiciones sociales y establecer la descolonización.
— ¿Qué le falta hacer al Gobierno para terminar bien su gestión?
— Muchas cosas nos faltan, pero como objetivo mediato tenemos que
completar la configuración de la estructura productiva del país: la
industria del litio, plantas separadoras de gas, de urea, amoniaco, de
GTL, de polietileno, San Buenaventura, las represas Rositas, Miguillas y
El Bala, y el hierro del Mutún. Con eso, usted tiene otra estructura
económica, que va a mantener a Bolivia los siguientes 30 años.
Si esto logra funcionar en los siguientes cuatro o cinco años, usted va a tener un Estado con una musculatura financiera nunca antes vista. Ya ahora es una cosa extraordinaria; es un Estado que gasta 5.000 millones (de dólares), antes gastábamos 500 millones de dólares; ahora son diez veces más de lo que se gastaba en inversión pública, no en salarios.
Con esta nueva arquitectura productiva, geográficamente distribuida, ya pasamos a las ligas intermedias del mundo, ya no vamos a ser el país que siempre está en penúltimo lugar de las cosas. Ahora ha cambiado bastante, pero con esto va a dar un salto cualitativo extraordinario; ése es el más grande de los retos.
Segundo, consolidar los beneficios sociales de las personas, consolidar este estado de bienestar social para todo el pueblo boliviano. Un Estado fuerte que tiene una economía que produce muchos recursos tiene que garantizar mayor bienestar a su población. Lo hemos hecho ahora en función a lo que hemos decidido, pero con el salto que queremos dar en la arquitectura industrial vamos a tener niveles mayores y superiores de recursos para el bienestar social de las personas.
Y el tercer elemento es avanzar más profundamente en el proceso de la descolonización de almas y de mentes, que aún está vigente y lo estará mucho tiempo todavía. 500 años no se borran del cuerpo, pues, con una ley o un decreto; se requiere que pase historia y vida, y se borren las terribles huellas de la colonialidad que han moldeado nuestra alma, mente y cuerpo.
Es otro de los retos más importantes. En resumen, lo económico, social y cultural.