jueves, 12 de abril de 2012

Bolivia hoy y la ilusión del caos

http://www.cambio.bo/opinion/20120412/bolivia_hoy_y_la_ilusion_del_caos_68620.htm

Opinión 

 Por Vicente Manuel Prieto Rodríguez.


Tal vez los bolivianos no se den cuenta plena del momento histórico en que viven.

Tal vez, inmersos en una realidad económica cotidiana, provocada y utilizada por fuerzas y acciones externas, se están dejando llevar por la contracorriente (que bien podría ser denominada ‘contrarrevolución’) liderada en parte por una dirigencia que ya no es afín al Proceso de Cambio, sea a causa de pretensiones políticas insatisfechas, o sea por iniquidad monetaria venida desde bolsillos que pretenden perpetuar el neoliberalismo (digámosle simplemente “compra de conciencias”). En este caso se encuentran las cabezas de la COB, Colegio Médico, algunas organizaciones sociales indígenas originarias como Conamaq, Cidob, etc., que manejan a sus bases al antojo del capital en contra de las verdaderas reivindicaciones de sus pueblos, lo cual se ha puesto de manifiesto en los casos Tipnis, horario laboral médico y elevación del precio del transporte, por sólo citar algunos casos.

¿En qué situación se encuentra hoy el Estado Plurinacional de Bolivia?

Una serie de paros, marchas contra decisiones gubernamentales, bloqueos de caminos y carreteras, elevación del costo de la vida… caos (ilusorio y real) trascendido y elevado a rangos de ingobernabilidad por los medios de comunicación masiva opositores, algunos aparentemente ‘neutrales’ como las televisoras ATB y Bolivisión, y el apoyo ingenuo ¿ingenuo? de la televisión estatal y otros medios afines, que no saben cómo manejar la información y se convierten en meros repetidores de los discursos de la oposición, actitud que se traduce en reafirmación.

Y ojo, este aparente caos (no tan aparente, pues ‘se ve en las calles’) no es pura coincidencia, ni siquiera es el resultado de una mala gestión gubernamental, que lo justificaría, por supuesto.

La pregunta lógica es: ¿a quién o quiénes beneficia el estado actual de las cosas en Bolivia? La respuesta lógica es: al sistema neoliberal que pretende derrocar a todo tipo de fuerzas que se le opongan en cualquier parte del mundo, ya sea el Cercano, Lejano y Medio Oriente, América Latina, África, Europa… Y la pregunta derivada, cuya respuesta es obvia: ¿quiénes impulsan esas acciones de ingobernabilidad, violación de los derechos humanos de las mayorías, encarecimiento de la vida? Los imperialistas y sus satélites, llámense Samuel Doria Medina, Humberto Roca, Rubén Costas, Mario Cossío, los separatistas de la Media Luna o cualquier dirigente o ex dirigente social puesto al servicio de intereses nada comunitarios. Ellos, bajo una supuesta coordinación con las masas populares nublan el horizonte y no le permiten al Proceso de Cambio avanzar en el camino correcto y deseado por las mayorías, que antes fueron excluidas por las mismas fuerzas que hoy aparentan ser sus ‘defensoras’.

Pero esas mismas masas antes excluidas, que ahora disfrutan de derechos y beneficios gracias a las luchas propias, no necesitan que los oligarcas las representen en ningún terreno, mucho menos necesitan del financiamiento de empresarios y organizaciones no gubernamentales que sólo andan detrás de sus prebendas y beneficios, cultivadas y arraigadas en un sistema de acumulación capitalista que no quiere perder espacios y que nada tiene que ver con la revolución social boliviana.

¿Y qué hay detrás de tantas marchas, movilizaciones, bloqueos y paros? Hay una estrategia imperialista de desestabilización social que tiene como finalidad el revocatorio o la caída de los gobiernos no afines al sistema neoliberal: se denomina ‘estrategia del golpe suave’ y ya fue utilizada con éxito en la antigua Yugoslavia y en estos últimos tiempos hizo tambalearse o caerse a varios Gobiernos del mundo árabe y el Oriente Medio. Las tácticas utilizadas allí y acá nacen en un instituto norteamericano, la Fundación Albert Einstein, que traza las políticas y acciones a seguir y éstas son puestas en marcha a través de la labor de ONG, algunas embajadas, instituciones y fundaciones con nombres ‘sociales’, que aportan el dinero y los recursos humanos en la promoción de movilizaciones de todo tipo, pagan a dirigentes corruptibles y líderes de opinión, sustentan medios de comunicación y tejen la telaraña en la que han de caer los incautos que no cuestionan las causas y mucho menos las consecuencias. Ni qué decir de los millones de dólares destinados por el Departamento del Tesoro estadounidense para la subversión de los movimientos sociales.

La táctica de comunicación es sencilla y antigua, repetir y repetir un mismo discurso, escogiendo las palabras claves e hilando en los espacios noticiosos y de debate una gran cantidad de problemas, sin mencionar los aciertos, para dar la ilusión del caos. Como no hay prácticamente oposición a esos planteamientos, la población cae en la trampa y se deja llevar por la contracorriente, se polariza sin detenerse a analizar los verdaderos resultados de las acciones revolucionarias del Gobierno en aras de fomentar el Vivir Bien.

Cuidado con los que dicen “no hay que defender al Presidente, sino al Proceso de Cambio”, o “estamos luchando por el verdadero Cambio”; porque en el uso y abuso de terminología revolucionaria se esconden las reales intenciones del subversor, del infiltrado que busca confundir y orientar a las masas hacia el resultado opuesto, esto significa que tras un comportamiento supuestamente revolucionario o a favor de las mayorías anda camuflado el interés de retornar a las prácticas neoliberales que benefician a la oligarquía capitalista, en desmedro de la población, que sólo tiene su fuerza de trabajo y que es despreciada y desechada en función de mejores ganancias para los ricos.

La táctica política es llegar hasta una ‘concientización’ de ‘lo mal que anda todo’ para manipular la opinión pública y lograr el desenlace previsto por los ‘tanques pensantes’ imperialistas: el derrocamiento del actual poder y ubicar en la cabeza del Estado a aquellos que siempre estuvieron dominados por los intereses del capitalismo. Si quiere un ejemplo claro, mire hacia Chile, Honduras, Egipto, Serbia, Bosnia, Libia, Afganistán… por ahí verá las consecuencias indeseadas de actuar plegados a lo que dicta el capital y los intentos de reorganización popular en contra de lo que les impuso la actitud de dejarse manipular, de no pensar primero antes de actuar.

Las masas populares tienen la fuerza, eso está plenamente demostrado, por ello el capitalismo, en su desesperado intento de regeneración ante las crisis sociales y estructurales que ha generado más allá de las económicas, trata de manipular y manejar a esas mismas masas populares que ya antes aplastó, hambreó y humilló para acrecentar el poder de los pocos que tienen mucho, reasignándose el papel de ‘salvador’, para que las víctimas apoyen a su victimario, para que el condenado a muerte no levante su ira contra el verdugo.

El pueblo, el verdadero pueblo boliviano que hoy detenta el poder, no debe dejarse engañar. Cuando los precios suben sin motivo es porque los grandes empresarios y los distribuidores mayoristas manipulan las cantidades de productos que llegan al mercado (el Gobierno socialista de Salvador Allende, en Chile, cayó en crisis justo por el desabastecimiento provocado de esa forma). Esta alza de precios de la canasta básica encarece el resto de los servicios públicos particulares, como el transporte, por ejemplo.

Si los médicos se oponen a prestar un mejor servicio de salud trabajando ocho horas diarias, que es el tiempo de trabajo de cualquier ciudadano honrado y no tiene cuestionamiento, ellos están poniendo en crisis la salud del pueblo, tratan de desestabilizar la gestión gubernamental, violan los derechos humanos y todavía hay algunos que creen que tal personal de salud tiene la razón y por eso mismo comienzan a culpar al Estado Plurinacional, cuando éste lo que hace es tratar de que se beneficie el pueblo. Quien quiera saber si tienen o no razón los médicos y demás profesionales de la salud pública, que se acogen al paro y no le sirven a la población, puede investigar qué hacen y cuánto ganan esos ‘profesionales’ en el resto de las horas que no trabajan en la institución pública, pueden averiguar qué tal son los servicios de salud que prestan y pueden indagar acerca del sagrado principio médico llamado juramento de Hipócrates. Si no es que ya lo han sentido en carne propia, pregúntenle a cualquier hijo de vecino que haya tenido que acudir a dichos servicios.

Hoy se trata de analizar con profundidad, como alguna vez dijo el vicepresidente Álvaro García Linera, qué hicieron los anteriores gobiernos, neoliberales o dictatoriales, por el pueblo boliviano y qué ha hecho y sigue haciendo el Gobierno actual y decidir hasta dónde estamos dispuestos a llegar. Otros también construyeron escuelas y locales deportivos, pero sólo para enmascarar el desvío de recursos, el desfalco del erario público y el enriquecimiento ilícito con los bienes del Estado y el pueblo. Sólo hay que echar una mirada a los fondos públicos y las reservas que legaron los anteriores y lo que hoy posee el Estado Plurinacional, los bienes obtenidos tras la nacionalización de empresas como ENTEL, de los hidrocarburos y los recursos naturales, que en esta etapa sí producen beneficios para todo el país y no para unos cuantos. No se puede tapar el sol con un dedo.

Hay que tener en cuenta también las palabras del líder del Proceso de Cambio, presidente Evo Morales, en cuanto a identificar a los enemigos infiltrados, que le hacen tanto daño al país y sacarlos de las instancias donde pueden hacer su labor de subversión. Sin dudas, sin tibieza. La rectitud en las decisiones salvará y afianzará la Revolución boliviana, por la que tanto se ha luchado y por la que han dado la vida tantos líderes y gente anónima. Hay que reafirmar la preparación política, no sólo de los dirigentes actuales, sino del pueblo en general, donde los jóvenes deben ser la punta de la lanza. No hay que esperar a que el capitalismo cumpla sus objetivos. No podemos darnos el lujo de lanzar por la borda el esfuerzo de tantos años, de tanta gente, permitiendo que regrese el neoliberalismo feroz para luego lamentarnos. No debemos hacerle el juego al imperio y sus adláteres. El pueblo boliviano tiene que saber hacia dónde se dirige y quiénes le impiden la expresión plena de su poder.