Gregorio Jaldín cuida
el agua como si se tratara del oasis en el desierto. Él no habita un
paraje donde la vegetación y el líquido elemento pertenecen a la
categoría de lo invaluable, todo lo contrario. La verde espesura de
Samaipata, una de las mayores reservas ecológicas y naturales por su
flora y fauna únicas en el mundo, y donde el agua resbala en trazos de
ríos y cascadas, es el hábitat donde instaló su hogar.
Lo que sucede es que en el lugar donde nació, llamado Huertas en el
departamento de Cochabamba, caminaba un trayecto de 600 metros (más o
menos) para reunir agua del ojo de una montaña, para luego trasladarla a
casa en cántaros de arcilla en un moroso itinerario que podía repetirse
en el día.
“No desperdiciábamos el agua para nada”, recuerda. Es por
eso que desde que empezó a tener conciencia, se propuso trabajar en la
gestión comunitaria del agua. En la actualidad, Gregorio es presidente
del Consejo de Administración de la Federación Departamental de
Cooperativas de Agua y Alcantarillado Sanitario de Santa Cruz
(Fedecaas), que trabaja principalmente en la búsqueda de la conciencia
social, política e institucional para la protección de fuentes de agua y
la preservación de bosques. “El agua como Don Sagrado en armonía con la
Naturaleza”, dice uno de sus eslóganes.
Conocida como Castilla en la época de la Colonia, Samaipata fue fundada
en cercanías del fuerte que lleva el mismo nombre por el capitán
español Pedro Lucio Escalante y Mendoza el 30 de mayo de 1618, con el
nombre de Ciudad del Valle de la Purificación de la Santísima Virgen.
Previo al asentamiento español fue un sitio religioso precolombino,
construido por la cultura Chané, aunque existen también vestigios de una
ciudad incaica. De hecho, Samaipata significa en quechua, el idioma del
gran Imperio de los Andes sudamericanos, “descanso en las alturas”. Y
eso es lo que es.
De
clima templado subtropical, es parte del paisaje de la Serranía
Volcanes, una cordillera montañosa de origen volcánico con caídas de
agua y pozos de agua naturales, entre ellas La Pajcha, una caída de agua
de aproximadamente 20 metros de altura. Pero pese a estar humedecida
por el fluido natural, Samaipata tiene serios problemas con la dotación
de agua potable. “No había una política de gestión”, señala el miembro
de Fedecaas. “Es un pueblo turístico, hay unas 25 nacionalidades entre
los habitantes que provienen de varias regiones del mundo entre
europeos, norteamericanos y asiáticos. Era un problema a tratar con
urgencia”.
Por ello,
desde 2010, la Unión Europea, a través de sus Programas de Apoyo
Presupuestario Sectorial (APS), coopera con el Gobierno con el Programa
de Agua y Saneamiento. De esta manera, esta población, ubicada a 120
kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, es la gran beneficiaria para la
aplicación de estas políticas públicas a ser replicadas donde el agua
aún no constituya un bien común. Es la tarea que se intenta regar por
todo el país.
Asistencia
“El objetivo de la Asistencia Técnica del Programa de Apoyo
Presupuestario Sectorial en Agua y Saneamiento para Áreas Periurbanas y
Rurales (PASA-PyR) es transferir el conocimiento de buenas prácticas
organizacionales y técnicas que apoyen la política nacional del Derecho
Humano al Agua, tratando que este enfoque no tenga un gasto adicional
para el Estado debido a malas prácticas en los balances hidráulicos y
en la gestión de las redes”, señala Makis Oikonomou, director de la
Asistencia Técnica (ATI) de PASA-PyR.
El municipio samaipateño basa su economía en la agricultura y la
ganadería, sus campos poseen excelentes cosechas y sus pobladores
incursionaron en la industrialización de derivados de la carne porcina.
También ofrece una excelente infraestructura hotelera y restaurantes,
brindando al visitante todas las comodidades y servicios de primera
calidad.
Entre sus
atractivos turísticos de gran valor cultural y ecológico figuran El
Fuerte y el Parque Nacional Amboró, este último declarado en 1973
reserva de vida silvestre. “Hay muchas cuevas por donde sale el agua
dulce. Pero el objetivo no es solo entregar agua por tubo, se trata de
una visión más integral.
Sin bosque no hay agua, y sin agua no hay biodiversidad”, explica
Gregorio con una mirada más mística sobre su entorno de naturaleza viva.
A decir de Gregorio, el sistema cooperativo nació por la necesidad,
allá en la década de los 80, que imperaba por dotar de los servicios
básicos a las viviendas de la creciente mancha urbana cruceña.
“La única cooperativa de aquel entonces, Saguapac, no tenía la
capacidad para abastecer a las zonas periurbanas”, afirma Ariel Mustafá,
director del grupo Acento a cargo de los Programas de Visibilidad de la
Cooperación de la Unión Europea. “La dimensión de entorno permite a la
cooperativa organizar sistemáticamente su accionar con actores sociales,
políticos, institucionales y en general con la sociedad civil para
lograr con mejores perspectivas los resultados comprometidos”, añade.
Para los comunarios, según Gregorio, el agua es un tema sagrado. “En el
día de la Madre Tierra yo digo que es la Madre Agua, da vida a todo ser
vivo”. La agenda 2025 plantea un gran desafío: Dotar de agua y
alcantarillado al 100% de la población boliviana. “La Ley de la Madre
Tierra nos señala que el agua y todo lo que nos brinda la naturaleza son
seres vivos, son dones que debemos compartir y preservar. La vida es
sagrada y por ello debemos asegurar el cuidado del agua y todo su
ciclo”, sostiene por su lado Gonzalo Mariaca, asesor de Fedecaas.
Se han dado pasos importantes para cualificar la cultura
organizacional, mediante la formulación del Código de Ética de la
Cooperativa, el mismo que tiene carácter axiológico y fue resultado de
talleres realizados en Samaipata, con ceremonias ancestrales que
revitalizaron el concepto ordenador contenido en la Ley de la Madre
Tierra, de que el agua es un don sagrado que debe ser preservado.
“Se ha
iniciado el afianzamiento de los valores del cooperativismo que exigen
una visión comunitaria y familiar para preservar el don del agua y la
propia naturaleza”, añade Gregoria. Son 135 las cooperativas
involucradas en la gestión de proyectos de la cooperación internacional,
con epicentro en este paraje de variados pisos ecológicos. Allí, donde
los torrentes combinan sus chasquidos con el trino de aves, se genera
conciencia en torno al cuarto elemento.
La ceremonia del Temazcal: El reencuentro con la Madre Tierra
Es una de las ceremonias más antiguas que existen. Es la ceremonia del
origen. En el mundo chamánico, el ritual del Temazcal no es otra cosa
que un intenso viaje al interior de nuestro subconsciente, una ceremonia
que constituye un camino de ida hacia nuestras verdades más profundas,
más dolorosas.
La misma
se lleva a cabo en la “cabaña de los ancianos”, donde se llega a tocar a
través del calor, la oscuridad y los cánticos sagrados, el misterio de
cómo se crea la vida constantemente, se explora los límites de nuestro
interior y donde podemos llegar a nuestros dolores más antiguos y
profundos; nuestras vivencias más guardadas, más tapadas de nuestra
memoria y de esa manera poder renacer en una nueva vida, purificarnos,
traer nuevamente a nuestra alma, los fragmentos de ella que hemos ido
dejando en cada uno de los hechos de tristeza y dolor que nos ha tocado
vivir, para así unirnos con la armonía del universo.
En el retiro Quinta Conciencia de Samaipata, Hilvert Timmer y Karina
Mariaca reciben a todos los interesados en vivir aquella experiencia
además de brindar cursos de Bioconstrucción & Salud, comida sana
vegetariana, terapias, cursos de permacultura, productos artesanales y
turismo alternativo. “A través de la tierra, el calor, el vapor, la
oscuridad y el poder purificador del fuego se lleva a cabo el milagro
del renacer del alma”, explica Hilvert al tiempo de pedir a los
visitantes que se quiten la ropa para iniciar el rito. Solo el chamán
sabe cuánto dura la ceremonia, allí dentro de la pequeña cueva el tiempo
es distinto.
Nunca se
sabe lo que va a durar cada puerta, las oraciones o conjuros que deberá
echar a volar; como tampoco los sahumos o las hierbas medicinales que el
grupo que busca el renacimiento necesitará, cada ceremonia es distinta y
cada participante pasa por una experiencia personal diferente durante
cada ceremonia.
En el
piso del iglú de ramas y frazadas, justo en el centro hay un pozo que
representa el ombligo de la Madre Tierra, en el cual se depositan
piedras porosas (llamadas abuelitas durante el ritual y a quienes se da
la bienvenida), generalmente volcánicas calentadas al rojo vivo, sobre
las cuales el chamán vierte agua e infusiones de hierbas medicinales,
produciendo abundante vapor y provocando la sudoración, teniendo por
objetivo limpiar el cuerpo y el alma de los asistentes. Para el Gran
Espíritu el tiempo carece de final, simplemente se desplaza en un
círculo. Nacemos, vivimos y volvemos a nuestra posición original.
Algunos de los presentes llegan incluso a derramar lágrimas al término
del ritual.